A Belisario, soneto de Francisco de Quevedo



A Belisario

Viéndote sobre el cerco de la luna
triunfar de tanto bárbaro contrario,
¿quién no temiera, ¡oh noble Belisario!,
que habías de dar envidia a la Fortuna?

Estas lágrimas tristes, una a una,
bien las debo al valor extraordinario
Conque escondiste en alto olvido a Mario,
que mandando nació desde la cuna.

Y ahora, entre los míseros mendigos,
te tiraniza el tiempo y el sosiego
la memoria de altísimos despojos.

Quisiéronte cegar tus enemigos,
sin advertir que mal puede ser ciego
quien tiene en tanta fama tantos ojos.

Francisco de Quevedo

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