Crónicas urbanas: llenar el tanque de gasolina


Desde hace varios días empecé a ver las largas filas. Por el carril lateral, por la orilla pues de la calle, sobre avenida Constituyentes yendo hacia José Vasconcelos, de hasta doscientos metros era la fila de autos. Primero no entendía que estaba pasando, seguía conduciendo mi motocicleta y echando el vistazo en la medida de lo posible.

De hecho, mi primer contacto con esa realidad fue un hecho repentino de tráfico: iba yo por el carril central y una camioneta de repente se salió de la fila a mi derecha y se metió delante de mí en el carril del centro, yo no pude desde luego cambiarme de carril así porque por el de la izquierda venían autos a gran velocidad, tuve que hacer esfuerzos y maniobras para frenar y evitar el choque y también evitar la caída, porque circular sobre dos llantas no es lo mismo que circular sobre cuatro: los motociclistas no podemos frenar mucho de repente o tendremos un gran accidente (que muy fácilmente podría ser fatal), y eso parece que no lo entienden algunos conductores como el de esa camioneta, que se le atraviesan de pronto, como salidos de la nada, lo mismo a un auto que a una moto.

Observé un poco más adelante que la fila no era por algún choque, por eso el tráfico por los dos carriles restantes era fluido; la fila era para cargar gasolina en la gasolinería que está en la esquina de Constituyentes y Camino de los Toros, colonia América. Allí recordé las noticias, aunque yo había leído que sólo seis o siete estados tenían escasez del combustible, y en el mapa que los señalaba no había visto a Ciudad de México.Son compras de pánico, pensé. De pronto todo mundo quiere llenar el tanque de gasolina.

Más o menos un kilómetro adelante, quizás un poco más, se repitió el fenómeno, la cosa estaba igual en la gasolinera que está en Constituyentes y Protasio Tagle, ya en la San Miguel Chapultepec. Allí tuve que pensar ya en cuánta gasolina tendría mi moto: vi el kilometraje, saqué cuentas, mínimo para 150 kilómetros más, y además tenía cerrada la válvula que guarda dos litros de reserva. Luego le echo, pensé, cuando se acaben las largas filas.

No sabía cuánto podría durar la situación, sabía sólo que esto obedecía a alguna acción del gobierno federal en contra del crimen del huachicol. Al llegar al trabajo busqué información al respecto y vi la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel en el canal de Youtube de «Gobierno de México», era el 09 de enero, ya la conferencia había pasado, no la vi en vivo.

En su conferencia explicaba AMLO que han cerrado ductos de PEMEX porque existen redes alternas de distribución, ya colocadas entendí yo, que extraen ilegalmente la gasolina y se la roban; ordeñas, pues, en lenguaje coloquial, y que no se puede aceptar el robo. De modo que por el momento cambia el modo de distribución, no se hace por ductos sino por pipas. Esto desde luego genera retrasos, pero no hay escasez de gasolina. Es el combate al crimen organizado, se estaban robando muchos, muchísimos litros.

Cuando en la tarde fui al kinder a recoger a mi hijo, la miss que me lo entrega me preguntó: “¿ya fue a llenar el tanque de gasolina?…» (aunque voy por ni hijo a pie, ella sabe de mi moto). Ah, sí, le dije yo, y le comenté lo que en la mañana había visto. Ella me informó entonces que ya la gasolinería de Observatorio y Ex-Arzobispado estaba cerrada por falta de combustible. Fui a verla y en efecto, estaba cerrada.

Pensé, como posible solución para evitar esas filas tan largas y para de todos modos llenar el tanque de gasolina de mi pequeña moto, en ir, pero por la noche o madrugada, a la estación a la que últimamente voy más seguido, una que está en la Condesa sobre avenida Durango. Pero en la noche el frío, sumado a la falta de urgencia, me hizo desistir y no fui.

Así pasaron los días hasta que finalmente ayer, 13 de enero, aprovechando que me había quedado en el trabajo hasta tarde, pasé por la gasolinera a las 00:40 horas, es decir, a las 12 de la noche con cuarenta minutos, casi la una de la mañana. Iba en el camino deseando que hubiera gasolina y servicio. Tomé la decisión de ir ya porque en la mañana había visto de nuevo las filas sobre Constituyentes, pero esta vez había un factor nuevo que lo empeoraba todo y volvía dramática la situación: la gasolinera estaba cerrada. La gente hacía fila y esperaba afuera de una estación cerrada.

Al llegar a la gasolinera de Durango confirmé que sí había servicio. Habían cerrado la entrada que queda por Veracruz y estaba abierta sólo la que queda por Durango. A pesar de la hora, había fila, pero no era tan grande como las filas de avenida Constituyentes. Me formé, esperé alrededor de unos quince minutos en la cola y me atendieron. Una chica linda y buena onda atendía de un lado y un compañero suyo del otro. ¿Cuánto? Me preguntó la chica. Vengo a llenar el tanque de gasolina, le contesté yo, como si le cupiera mucha a mi tanquectio.

Como tres vehículos adelante de mí, estaba formado un hombre a bordo de una bicicleta, en cuya parrilla portabultos había, sujetado con mecates delgados, un bidón como de unos veinte litros. Al verlo pensé que debí de haber cargado en la caja de plástico de mi moto mi galoncillo de cuatro litros. Sentí un cierto pequeño pesar por la falta de prevención al respecto del bule.

La fila avanzaba rápido, así que pronto estuve quitándole el tapón al tanque de mi Italika, le cupieron apenas 88 pesos, o sea, pues, que traía alrededor de la mitad del tanque aún, quizás un poco menos.

El conductor del carro de adelante de mí y yo pagamos más o menos al mismo tiempo, pues aunque él pasó primero, la diferencia de litros hizo que la máquina tardara más en su caso para llenar el tanque de gasolina. Y la curiosidad tomó por asalto al amigo: ¿Con cuánto lo llenas?, me preguntó. Le contesté que nunca lo había dejado que se vaciara del todo, y que no sabía por lo tanto con cuánto lo llenaba, que lo más que le he echado en su historia son ciento cuarenta y tantos pesos, pero, para que él sacara cuentas y saciara su curiosidad le informé que la capacidad del tanque era de ocho litros y medio.

Allí se me ocurrió decir, comentar en la convivencia ocasional y express, que debí haber llevado mi tambito. Y resultó productivo el comentario porque así la chica despachadora me informó que no hubiera sido útil llevarlo porque ya no están vendiendo en bidones. Dice que les han prohibido vender gasolina en bidones. Me informó también de que al señor que se había formado y hecho toda la fila con su bicicleta y su garrafón, no le había vendido.

Con esa charla desapareció de mi corazón el pequeño pesar que había sentido en la fila por no llevar mi garrafoncito; pero también sentí un poco de pena por el hombre de la bicicleta. Acabé también, gracias a esa charla breve, con la duda de si estaba lleno o vacío el garrafón en la bici, porque vi al hombre al retirarse y tuve esa duda: el bidón parecía vacío. Ahora sé con certeza que lo estaba.

La chica dijo que le daba pena no vender a quienes llegaban con bidones, pero que no podía hacerlo porque ahora a ellos los multaban. Dice que al parecer, nunca falta, ha habido ya abusivos que van y compran gasolina en bidones para revenderla, y entonces, como suele suceder, por pecadores también pagan justos.

De regreso a casa vi otra vez, siendo ya poco más de la una de la mañana, la larga fila sobre Constituyentes, gente esperando para entrar a la gasolinería de esta avenida y Camino de los Toros. No supe ya si la estación seguía cerrada o si ya estaban despachando. Yo seguí a casa atento al camino.

Así, pues, ayer finalmente fui a llenar el tanque de gasolina de mi motocicleta y seguiré rodando al menos unos 250 kilómetros más antes de que sea necesario llenarlo de nuevo. Se supone que da más, pero ciertamente lo dudo un poco y no quiero comprobarlo, y menos ahora que no podría llevar gasolina a mi moto en un galón, sino que tendría que arrastrar mi moto a una gasolinería, si la gasolina en el camino se me acabara.

Por último, un consejo, vayan a llerar su tanque de gasolina en cuanto puedan, PEMEX a avisado que no habrá marcha atrás en la lucha contra el huachicoleo. Seguirá el tiempo «necesario» esta y quizás otras nuevas medidas. Sí hay gasolina, no escasea, pero el abastecimiento es ahora un poco más lento.

No lo olviden, amigos, llenen sus tanques si pueden.

Hasta la próxima.

AGR

Un piloto escribidor


También puede interesarte leer:

Licencia de conducir CDMX, documento recaudatorio

Qué hacer si pierdes documentos personales

Me compras a huevo a mí, el negocio del gas en CDMX









Deja un comentario