Estancia infantil Atlacubaya


Reciben niños desde un año. Se trata de una guardería de un particular, pero inscrita en un programa de Sedesol por medio del cual recibe recursos para que le brinde a sus clientes un precio más bajo que el precio promedio en el mercado, a pesar de lo cual, no es de todos modos tan barata en comparación con algunas otras guarderías de la zona que no están inscritas en el programa de Sedesol.

Dirección: Calle Gral. Juan Villegas 44, Daniel Garza, 11840 Ciudad de México, CDMX.
Entre las calles Rincón Gallardo y Sóstenes Rocha.
Teléfono: 55155375

Por ejemplo, cuando hicimos la comparación, hace tres o cuatro años, Atlacubaya, ya con el subsidio y todo, cobraba por bebé 900 pesos, hasta las 3 o 4 pm, si el niño se quedaba hasta las 6, lo cual era posible, había que pagar la hora adicional a 15 pesos. Los precios ahora son mayores, llamar por teléfono y preguntar precios será necesario.

La directora fue muy amable cuando fuimos a pedir informes, pero, adivinen qué, seguro ya adivinaron, una vez que contratamos el servicio y que tuvimos al nene ya inscrito, la lindura que en el primer contacto nos mostró, desapareció del todo, no exagero, del todo. Al parecer la señora asume que los padres necesitamos el servicio y por lo tanto no nos iremos ni nos quejaremos significativamente, porque afuera el servicio es más caro; esto desde luego ella no lo dijo nunca, pero así pareciera pensar, pues es lo que se puede deducir de su comportamiento.

Otro aspecto que me pareció muy negativo y reprochable -cada quien, lector, podrá juzgarlo por sí mismo, yo te comparto- es el hecho de que regañaba, y de forma fea, a las maestras delante de nosotros, los padres-clientes. Con «de forma fea» me refiero a que las regañaba como una madre histérica regañaría a sus hijos, y eso no es nada profesional, no mostraba ningún respeto por la persona adulta que también son las maestras, sin importar lo buenas o malas que fueran, o los errores que hubieran cometido.

La falta de profesionalismo de esta señora se hacía patente en estos y en otros detalles; pero hubo dos anécdotas que lo ilustran especialmente, lo comentaré a continuación.

Una vez a mi niño lo llevaron su madre y su abuelita (materna) y ellas mismas lo recogieron ese día:

al salir, el niño tenía alguna herida menor, no recuerdo exactamente qué, si raspones o golpes, y ellas le pidieron cuentas a la directora, quien de manera déspota y despreocupada, luego de descalificar la reclamación de la abuela por no ser ésta la titular en el contrato, dijo: «Además yo en la mañana no lo revisé, se me pasó, cómo sé yo que no venía ya así».

Ella no lo sabía, pero nosotros sí, era nuestro niño y vivía con nosotros, lo amamos y lo cuidamos, y sabíamos que no lo entregamos herido. Lamentablemente, la madre del niño y su abuelita no supieron responder de la mejor manera a semejante pseudoargumento de la señora Claudia, pues eso que ella había dicho iba incluso en contra de sí misma y de su trabajo: el hecho de cometer ella el descuido, el error, la falta de no haberlo revisado no abonaba si no más puntos negativos a su trabajo y a su servicio, para nada la protegía ni le quitaba responsabilidad.

La segunda anécdota, y fue eso lo último que le aguantamos, fue otro día que también nos entregó al niño lastimado, tenía esta vez un chichón (o chipote) en la cabeza, y resulta que se había caído de las sillas periqueras en donde comen. Obviamente eso nos molestó mucho, nos causó coraje y dolor, molestia suprema, de nuevo esta vez había sido la mamá quien lo recogió (a veces iba ella, otra veces yo); cuando su madre le pidió explicación, ésta fue su respuesta literal: «es que ya le pesa la cabeza».

Aquí ocurre, a nuestro juicio, algo que lamentablemente ocurre en muchas partes, a lo largo de estos años nos hemos venido dando cuenta: se trata de personas que han tenido por equis o ye la posibilidad de emprender un negocio, este negocio se les ocurrió en este caso que fuera una estancia infantil, y han logrado mantenerlo -porque hay una gran necesidad, un mercado creciente- pero no tienen en realidad el perfil profesional para dirigir una empresa de tal naturaleza.

Las maestras, por cierto, tampoco cubrían muy perfectamente el perfil, pero eran al menos buenas personas.

En resumen, este lugar, de acuerdo con nuestra experiencia, no es recomendable: la gente no es profesional y el servicio deja mucho que desear. En situación de emergencia, sin embargo, puede tomarse, porque a pesar de todo no es siempre tan malo; nosotros tuvimos al niño allí durante un año.

Si tuviste una experiencia con esta estancia, cuéntanos en los comentarios; aunque la nuestra no fue muy buena, sabemos que otras persona pueden tener una idea distinta, y nos gustaría conocer, si existe, el caso. También coméntanos si tu experiencia fue igualmente mala, así podremos juntos seguir guiándonos y ser mutuamente cicerones en esta ciudad.

Aquí nuestra reseña de hoy, si consideran útil nuestro trabajo compártanlo.

Pedro Cicerone

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2 comentarios en «Estancia infantil Atlacubaya»

  1. Me pasó una situación igual, yo era asistente educativo, mi perspectiva desde la vista de adentro es distinta, ya qué te das cuenta con la gente que trabajas y como en realidad es la «directora», pues resulta que los niños son maltratados, ya sea físicamente, o verbalmente, hasta por la «directora», en mi intento de ayudar y no callarme, me corrieron como si nada, es ahí cuando uno se da cuenta de los monstruos que hay disfrazados de lindas personas.

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    • Hola, Frida. Gracias por tu comentario. La idea que dio origen a AltaVozMexico es justamente crear un espacio de información e interacción entre ciudadanos. Es terrible que sucedan cosas como lo que nos comentas, por eso es importante informarnos los unos a los otros. Saludos cordiales 🙂

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