DAMIANA SE CASA
Con mis amargos pensares
y con mis desdichas todas,
haré tu ramo de bodas,
que no será de azahares.
Mis ojos, que las angustias
y el continuado velar
encienden, serán dos mustias
antorchas para tu altar.
El llanto que de mi cuita
sin tregua brotando está,
tu frente pura ungirá
como con agua bendita…
—Señor, no penes, tu ceño
me duele como un reproche;
—¡Que pálida estás, mi dueño!
—Es que pasé mala noche,
el amor me quita el sueño…
—¡Y te vas!…
—Me voy, es tarde,
me aguardan; ¡el templo arde
como un sol! Tu mal mitiga,
Señor, ¡y Dios te bendiga!
—Damiana, que Dios te guarde…
Amado Nervo
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