«A Lísida, pidiéndole unas flores que tenía en la mano», Francisco de Quevedo

Francisco de Quevedo




Ya que huyes de mí, Lísida hermosa,

imita las costumbres de esta fuente,
que huye de la orilla eternamente,
y siempre la fecunda generosa.

Huye de mí cortés y desdeñosa,

sígate de mis ojos la corriente,
y, aunque de paso, tanto fuego ardiente
merézcate una hierba y una rosa.

Pues mi pena ocasionas, pues te ríes

del congojoso llanto que derramo
en sacrificio al claustro de rubíes,

perdona lo que soy por lo que amo,

y cuando desdeñosa te desvíes,
llévate allá la voz con que te llamo.


Francisco de Quevedo

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Poesía española de los Siglos de Oro. Francisco de Quevedo.


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