Celoso, Amado Nervo

Celoso

  Bien sé, devota mujer,
cuando te contemplo en tus
fervores y celo arder,
que no me puedes querer
como quieres a Jesús.

  Bien sé que es vano soñar
con el edén entrevisto
de tu boca, sin cesar,
y tengo celos de Cristo
cuando vas a comulgar. 

  Pero sé también que son,
por mi mal y por tu daño,
piedades y devoción,
caretas con que el engaño
te disfraza el corazón. 

  Y comprendo, no te asombre,
que hay en tu espíritu dos
cultos con un solo nombre,
que rezas al hombre-Dios
y sueñas con el Dios-hombre;

  y el ardor de que me llenas
acabará por quemar
todo el jugo de mis venas;

  y, por no quererme amar,
tú te vas a condenar
y a mí también me condenas.

Amado Nervo

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