«Psicosis positivas y psicotrópicos», por Axel Velasco





Cualquiera que haya consumido drogas duras (en particular: psicotrópicos), se habrá dado cuenta que, como por arte de magia, nuestros pensamientos dan la impresión de volverse súbitamente más profundos, al tiempo que muchas cosas, que antes parecían estar “ocultas”, se revelan de golpe como si tuvieran voluntad propia.
 
A partir de estos hechos, resulta obvio deducir que este tipo de drogas funcionan como des-inhibidores o “interruptores” de funciones relacionadas con el lenguaje y la percepción. Es por esto que, quizá, cuando andamos drogados, sentimos que todo el tiempo se “vislumbra” algo nuevo… Y nada más natural que esto, porque si tomamos en cuenta que nuestras intuiciones sensibles y nuestros pensamientos (que, sintetizados, conforman eso que llamamos “experiencia”), están siendo sometidos a una especie de “interrupción incesante”, es de esperarse, al menos, que tal fenómeno dé como resultado el que nuestra psique, con tal de evitar caer en un estado de estupefacción total, intensifique de inmediato nuestra capacidad de análisis racional con el fin de ofrecer interpretaciones que permitan que el “texto” que constituye “lo real” siga siendo legible. 

No es, claro, que nos volvamos más listos; sólo sucede que nuestra mente se agita, violenta, motivada por una especie de “alarma” de desestabilización epistémica que, ante todo, debe “cesar”. Sin embargo, como es sabido, sustancias tan potentes como el LSD, los hongos alucinógenos o el DMT, “interrumpen” a tal grado los códigos por medio de los cuales interpretamos la realidad, que resulta sencillamente imposible, dadas nuestras limitadas fuerzas intelectivas, el “seguir el hilo de la cuestión”, provocándonos así estados de asombro total o, en otros casos (como el que me sucedió la fiesta pasada) de psicosis que yo calificaría, simplemente, como positiva o no patológica. 

¿Mas qué es lo que se entiende en este breve ensayo por “estado psicótico”?
Si asumimos los términos y el marco que nos ofrece Lacan en su tercer seminario, podemos afirmar, con él, que tal estado consiste en conectar (directo) el plano del orden simbólico (La ley, La moral: el Gran Otro) con el plano del orden “imaginario”. Una de las consecuencias más conocidas de esta conexión (este “viaje”, sin escalas, entre ambos planos) se caracteriza porque todo lo que nos acontece, de pronto, cobra un significado trascendente.
En los casos más extremos, como lo confirman miles de testimonios, la identificación de tales planos puede ser tan poderosa, que incluso se llega a afirmar que Dios, La Naturaleza, el Diablo (o lo que sea) se está comunicando directamente con nosotros, de tal suerte que todo lo que sucede a nuestro alrededor (hasta el más mínimo detalle) parece cargar consigo un misterioso “mensaje”, “una señal”, “un secreto”. Y Justo en esas andábamos mi novia y yo el fin pasado, sólo que en versión buena onda. Es decir: sin la paranoia y el sufrimiento que caracterizan a las psicosis más claramente patológicas. 

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No se me mal entienda: no es que yo sea un místico ni un hippie ni nada por el estilo. Más bien lo contrario: considero que interpretaciones de esa clase (estilo Pijama surf), son sumamente complacientes y (las más de las veces) charlatanas, puesto que sólo pueden ser realizadas a posteriori. Es decir, resultan de intentar plasmar en términos “seguros” experiencias que, por definición, superan las condiciones de lo racionalizable. 

En suma, creo que no hay que andar por ahí, comprándole a cualquier tipo su viaje New Age, ni ser tan prejuiciosos como para descalificar, a priori, lo que “vemos” cuando estamos bien puestos. En cualquier caso (niéguenmelo), uno se la pasa jodidamente bien con un ácido encima (siempre y cuando, claro está, no se sufra de paranoia o esquizofrenia). Finalmente, quisiera dejar bien claro (por si quedaba alguna duda) que, en efecto, este texto puede ser leído como una invitación al uso “recreativo” de todas y cada una de las drogas conocidas. 

¿O qué pasa? ¿Es que acaso usted, estimado lector, como buen ciudadano, se siente culpable si no se droga tan sólo con fines estrictamente medicinales, que son, como lo indica la autoridad, los únicos legítimos?




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El Jacalito del Fondo, blog de literatura.

2 comentarios en ««Psicosis positivas y psicotrópicos», por Axel Velasco»

  1. A mi me dio un brote psicótico cuando deje la maría, me asuste mucho pensé que no regresaría del viaje, pero pasados ocho meses ya estuve mejor y volví a la cochinada

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