Por niñear, un picarillo tierno,
hurón de faltriqueras, sutil caza,
a la cola de un perro ató por maza
con perdón de los clérigos un cuerno.
El triste perrinchón en el gobierno
de una tan gran carroza se embaraza;
grítale el pueblo, haciendo de la plaza
Si allá se alegran un alegre infierno.
Llegó en esto una viuda mesurada,
que entre los signos, ya que no en la gloria,
tiene a su esposo, y dijo: «Es gran bajeza
que un gozque arrastre así una ejecutoria
que ha obedecido tanta gente honrada,
y se la ha puesto sobre su cabeza.»
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Luis de Góngora y Argote (1561-1627), uno de los grandes sonetistas de la lengua española; a partir de su estilo rebuscado se creó el adjetivo gongorino.
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