Miro este monte que envejece enero,
y cana miro caducar con nieve
su cumbre, que aterido, oscuro y breve,
la mira el sol, que la pintó primero.
Veo que en muchas partes, lisonjero,
o regala sus hielos o los bebe;
que agradecido a su piedad se mueve
el músico cristal, libre y parlero.
Mas en los Alpes de tu pecho airado
no miro que tus ojos a los míos
regalen, siendo fuego, el hielo amado.
Mi propia llama multiplica fríos
y en mis cenizas mesmas ardo helado,
invidiando la dicha de estos ríos.
y cana miro caducar con nieve
su cumbre, que aterido, oscuro y breve,
la mira el sol, que la pintó primero.
Veo que en muchas partes, lisonjero,
o regala sus hielos o los bebe;
que agradecido a su piedad se mueve
el músico cristal, libre y parlero.
Mas en los Alpes de tu pecho airado
no miro que tus ojos a los míos
regalen, siendo fuego, el hielo amado.
Mi propia llama multiplica fríos
y en mis cenizas mesmas ardo helado,
invidiando la dicha de estos ríos.
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Francisco de Quevedo (1580-1645), uno de los grandes sonetistas de la lengua española.
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Letras de acá y de allá. Blog de literatura.
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