«Compara el discurso de su amor con el de un arroyo», Francisco de Quevedo






Torcido, desigual, blando y sonoro,
te resbalas secreto entre las flores,
hurtando la corriente a los calores,
cano en la espuma, y rubio como el oro.

En cristales dispensas tu tesoro,
Líquido plectro a rústicos amores,
y templando por cuerdas ruiseñores,
te ríes de crecer, con lo que lloro.

De vidrio en las lisonjas divertido,
gozoso vas al monte, y despeñado
espumoso encaneces con gemido.

No de otro modo el corazón cuitado,
a la prisión, al llanto se ha venido,
alegre, inadvertido y confiado.
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Francisco de Quevedo (1580-1645), uno de los grande sonetistas de la lengua española.
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Letras de acá y de allá. Blog de literatura.


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