Filis
Nos estamos borrando, Demofonte.
Me anhelaba tu piel,
pero esa fibra misteriosa de la entraña
me daba su rechazo.
Inexorables
hasta mí te trajeron las dunas del mar en celo;
reparé tu barca a la deriva,
y aposentaste en mi casa y en mi sangre.
Después, vejada, escarnecida,
fui arrojada a esta sima donde se arremolina
el hollín del llanto
y la ola negra sube rebasando la angustia.
Pero nos estamos borrando, Demofonte.
Y no es el olvido hazaña
ni honra el gemido
ni delito la fe del hospedaje.
Víctima y juez, en vilo me levanto;
atrás queda una cauda de hiel y de silencio.
¡Cuántos siglos para aprender mi lección!
Amanece, Demofonte,
un corro de niños canta bajo mi ventana
a los naranjos en flor.
Muy pronto, aquí, hoy mismo,
te he borrado, Demofonte.
Enriqueta Ochoa
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