Contra un diálogo inmóvil
Alguien te sigue a veces en silencio.
Las cosas nunca dichas
se transforman en actos.
Atraviesas la noche en las manos del sueño,
pero el otro, implacable,
no te abandona: lucha
contra la irrealidad, la falsa vida
donde todo es ocaso.
Frágil perseguidor que eres tú mismo,
lo has obligado a ser, para borrarte,
espejo minucioso que no olvida
cuanto miró, cuanto dibuja el tiempo,
los linajes
de los instantes que consumes.
Alguien te sigue a veces, y en silencio
toma tu voluntad, dicta a las horas
la forma de su arena.
Las dispone al combate.
Y caen y vences años como espigas,
como el río sin presencia
que el viento con larguísimo paso ha dominado.
Alguien que no eres tú
vive esta vida
para que tú la vivas, y a menudo
puedas sentir que es tuyo ese pasado,
esa historia de todos,
esa materia leve que ha tejido al que inmola
letras, palabras, sílabas dormidas
donde te encuentra el otro
y ve caer precisas
todas sus voluntades:
lo que vivió es tu vida,
tiene tu nombre y habla por tu boca.
Y como tú está solo
contra un diálogo inmóvil
que nada comunica
sino separa, escinde
en este mundo herido
que entre todos formamos
para ser cárcel, miedo,
dolor, única
forma de vivir,
llave estrecha
de otras horas análogas a entonces.
José Emilio Pacheco
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