El dios triste, Gabriela Mistral


EL DIOS TRISTE 

Mirando la alameda de otoño lacerada,
la alameda profunda de vejez amarilla,
como cuando camino por la hierba segada
busco el rostro de Dios y palpo su mejilla.

Y en esta tarde lenta como una hebra de llanto
por la alameda de oro y de rojez yo siento
un Dios de otoño, un Dios sin ardor y sin canto
¡y lo conozco triste, lleno de desaliento!

Y pienso que tal vez Aquel tremendo y fuerte
Señor, al que cantara de locura embriagada,
no existe, y que mi Padre que las mañanas vierte
tiene la mano laxa, la mejilla cansada.

Se oye en su corazón un rumor de alameda
de otoño: el desgajarse de la suma tristeza.
Su mirada hacia mí como lágrima rueda
y esa mirada mustia me inclina la cabeza.

Y ensayo otra plegaria para este Dios doliente,
plegaria que del polvo del mundo no ha subido:
«Padre, nada te pido, pues te miro a la frente
y eres inmenso, ¡inmenso!, pero te hallas herido». 

Gabriela Mistral 


Más de Gabriela Mistral | BUAM | BAM | Suscribirse

Puedes leer sobre la vida, la obra y el contexto cultural de la autora en la página Gabriela Mistral en Wikipedia.


Otros poetas:


Descubre más desde Altavoz México

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario